jueves, 15 de marzo de 2012

Bitácora: Música

Escondido en tu mente, tratando de lidiar con todo ese sentimiento, ausencia de ruido: silencio total. Deseas sin embargo que tu pensamiento fuese más profundo, algo no obstante, impide llegar a ese grado, vivir así será imposible, cualquier cosa te distrae. El tiempo corre a la mitad de lo que debería, te vuelve loco, pero a la vez te gusta, la noción del tiempo se pierde.

En la tarea de describirlo se desperdicia lo que en realidad acontece, indagas por tan solo un segundo dentro de tu mente, cerrando los ojos y es una parvada de emociones que vuela e incluso ciega por el resplandor que ello produce, es de forma autónoma y sin desearlo, casi es descriptible tan rápido como fluye por la mente, mirar a ese gigantesco mar de emociones que distan en mi mente. De pronto un ruido comienza y se apaga repentinamente, se acaba el son, fue el fin de la canción y se siente el latir de mi corazón tan fuerte como una melodía, la rara sensación de profundidad hacen fluir en todo mi cuerpo como un líquido que a su vez se convierte en un calambre, frío y doloroso, pero a la vez placentero; algún tipo de masoquismo, pero inolvidable. Se altera de pronto por algún fuego que vence al frío y esta vez quema, de la misma forma: placentera.

Ahonda en mis sentidos una sensación inexplicable, el tacto es, ironicamente, el menos perceptible, aunque más brusco en fuerza. El gusto una vez exitado resulta tan poderoso como todos los sentidos juntos.

El resplandor de la grandeza de dicha visión es una guillotina de ilusiones,  vagamente descrito como una revolución cambiante para bien. La búsqueda por la perfección acaba siendo arrogante, temiendo a equivocarse y forzar contrariamente a la naturaleza de lo desperfecto.

Y eso, sólo es el inicio...

No hay comentarios: